Francisco empieza este año sus viajes papales con América, la
primer parada es Chile, una nación donde el 80 % de los chilenos se declara
católicos pero desconfían de la Iglesia jerárquica, que ha hecho demasiado
daño, por un lado los abusos y los escándalos y por otro la apatía del clero para
acercarse a la gente.
Hasta ahora son 80 casos de curas católicos denunciados por abuso sexual en tan solo 15
años. La mayoría ocurrida en los pontificados de Wojtyla y Ratzinger y desde
luego protegidos por la Jerarquía Eclesiástica chilena. El mas emblemático es
el caso del Sacerdote Karadima, que sacudió a Chile en 2015 con su sentencia.
De los 80 casos denunciados solo 45 fueron llevados a la
justicia, en la mayoría de los casos
fueron menores de edad los afectados. Los casos siguen en aumento y algunos están
pendientes.
Hace una semana los Hermanos Maristas, poseedores de
universidades y colegios, no solo en Chile sino en el mundo entero anunciaron
(más por presión que por obligación) que habían encubierto casos de acoso y
abuso sexual en sus filas y en sus instituciones. Son 6 los hermanos
maristas acusados de abuso sexual en esa lista de 80 que hasta ahora se le ha
dado seguimiento. Los abusos se dieron
entre 1970 y 2010, sin embargo la Iglesia guardo silencio, tanto los Obispos
como los superiores de la congregación.
El viaje de Francisco a Chile se da en momentos difíciles para la Iglesia, un viaje que los
Obispos chilenos pedían a gritos para que el Papa fuera a reforzar la
desahuciada evangelización que han venido haciendo en los últimos años.
Francisco conoce muy bien la delicada situación chilena, incluso en cierto punto ha
sido cómplice del silencio, creyendo que con suspender a Karadima contribuía a
mucho, pero le salió el tiro por la culata, ya que el malestar entre los chilenos
se ha generalizado gracias al silencio de Bergoglio y a su falta de táctica en
nombrar a Obispos, como es el caso del Obispo de Osorno, Juan Barros, discípulo
y defensor de Karadima, situación que aún siguen candente y que Francisco ha
guardado silencio.
De los 80 acusados cuatro son obispos, 66 son sacerdotes, un
diacono, dos consagrados de voto publico y seis hermanos maristas los que han abusado de mas de 100 niños.
La Iglesia en todos los niveles ha encubierto los casos
chilenos, han guardado celosamente los nombres, pero gracias a las denuncias
civiles se han conocido los nombres de los abusadores, en primer lugar Fernando
Karadima, le siguen el sacerdote marista Armando Alegría quien fue acusado hace
mas de 20 años por pederasta y abuso a varios adolescentes de los colegios maristas,
el franciscano Gerardo Araujo ahora escondido en algún lugar de Perú y el
misionero irlandés Jeremiah Healy quien se tienen reportes de abuso de varios
menores. Existen también acusaciones de varias religiosas por abuso de algunas alumnas, como el caso de
Sor Paula (Margarita Lagos) quien falleció en 2012 siendo superiora de las
Ursulinas y acusada de acoso y abuso sexual a varias de sus dirigidas.
Francisco va a Chile a petición del moribundo episcopado
chileno, que no tiene calidad moral para enfrentar la terrible situación de
abuso sexual que no solo involucra a Sacerdotes sino a Obispos y Cardenales. A
estas alturas del pontificado solo son patadas de ahogado y Bergoglio en vez de
apoyar solo va a echar mas leña al fuego.
Me gustaría que hicieran una investigación sobre la Arquidiócesis de Morelia y su arzobispo que parece ser que no le cae el veinte que ya no esta en Acapulco y quiere implementar las mismas estrategias pastorales, además de ser un obispo arribista y que se entromete mas en política que en ser cercano a la gente y al clero.
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